El problema de las matemáticas en México

  • Algunas reflexiones que pueden contribuir a un mejor desempeño

Adolfo Sánchez Valenzuela* 

Las matemáticas son a las ciencias básicas, lo que éstas son a la tecnología. Por ello es de suma importancia incrementar el número de matemáticos en el país, que en la actualidad es reducido: sólo hay alrededor de 300 especialistas acreditados por el SNI.

México no sólo cuenta con una planta de investigación científica básica pequeña, sino que según las cifras anteriores, el número de sus matemáticos activos en investigación, o en aplicaciones tecnológicas es increíblemente reducido. El reto es entonces incrementar de manera apreciable y en corto plazo el número de matemáticos bien preparados.

Sin duda alguna, la matemática es piedra angular para el desarrollo de las ciencias, es decir, se trata de una disciplina fundacional. Las diversas líneas de especialización en las aplicaciones de la matemática dentro de cualquier ciencia conducen a mejorar el entendimiento estructural de las teorías científicas para que, con ello, ganen solidez y confiabilidad, y contribuyen a que las diversas aplicaciones vayan desarrollándose, desde aquellas que tienen un interés inmediato para el mantenimiento y evolución de las teorías mismas -que podrían llamarse aplicaciones teóricas-, hasta aquellas que -a primera vista- ya no guardan una relación inmediata con la teoría general, sino que simplemente resuelven problemas de carácter práctico y que, en general, contribuyen a que las ciencias tengan un impacto directo en el mejoramiento de la calidad de la vida (entendiendo esta última afirmación en el sentido de que resuelven problemas que los seres humanos enfrentan todos los días). A estas últimas puede llamárseles aplicaciones prácticas. 

¿Ciencia básica vs tecnología? 

Una afirmación que se escucha a menudo es que la tecnología y no la ciencia directamente, es la portadora de las innovaciones y de los instrumentos que sí tienen un impacto directo en el mejoramiento de la vida.

Sin embargo, es innegable que los países que poseen grandes desarrollos tecnológicos son también los que han mantenido y sustentado un apoyo firme y decidido al desarrollo de las ciencias básicas con el resultado de que los desarrollos tecnológicos son sólidos y están bien respaldados por principios científicos básicos.

Los caminos que siguen los científicos para aplicar sus conocimientos y dar solución a problemas tecnológicos prácticos requieren, en la gran mayoría de los casos, de un trabajo corporativo que en la base se fundamenta con investigación básica en cada disciplina, para seguir después con una etapa en la que los conocimientos básicos aportados por cada área interactúan entre ellos a la luz de un objetivo concreto o problema a resolver. De este trabajo multidisciplinario lleno de conocimientos básicos es de donde surgen las ideas para diseñar los aparatos o mecanismos que resuelvan el problema planteado.

Con las ideas básicas de diseño, los ingenieros trabajan en la implantación y fabricación de los prototipos y dispositivos necesarios para que la solución teórica multidisciplinaria pueda llevarse a la práctica.

A este nivel, el trabajo de los ingenieros se mueve con base en pruebas y errores, que continuamente son expuestos al equipo multidisciplinario básico para retroalimentarse e ir corrigiendo los problemas técnicos con nuevas alternativas teóricas posibles.

En otras palabras, la tecnología se fundamenta en el conocimiento básico y abundan ejemplos recientes en los que se muestra con clara elocuencia esta simbiosis entre las ciencias básicas y las ingenierías en un esfuerzo corporativo por conseguir resultados tecnológicos funcionales (la televisión, los viajes espaciales, etcétera).

De la misma manera, las aplicaciones básicas y elementales de las ciencias están fundamentadas de una forma u otra en la matemática. La importancia que tienen las ciencias básicas para la tecnología es entonces comparable a la importancia que tiene la matemática en las ciencias básicas.

Aquí es donde se sustenta la premisa de que un país que aspira a desarrollar una tecnología que resuelva problemas importantes para el mejoramiento de la vida de sus ciudadanos, debe contar con un trabajo bien balanceado en sus ciencias básicas y por lo tanto debe prestar una atención importante a la formación y desarrollo de profesionales de la matemática. 

Algunas propuestas 

Para fortalecer el área matemática del país es preciso atraer hacia las mejores licenciaturas de matemáticas que se ofrecen a los mejores estudiantes de bachillerato con probadas aptitudes para la disciplina. Para ello, es necesario contar con un programa agresivo y sostenido de becas que cubra a los más talentosos alumnos desde el bachillerato hasta el doctorado.

Teniendo en cuenta que la duración de estudios de matemáticas -desde el primer año de licenciatura hasta el último del doctorado- se realiza típicamente en alrededor de 10 a 12 años, puede concluirse fácilmente que, de poder contar con un apoyo amplio y sostenido en esta área y a lo largo de al menos 15 o 20 años, el impacto será verdaderamente trascendental, ya que, sin duda, se habrá inducido una gran cantidad de nuevos doctores en matemáticas.

Es preciso también contribuir a que algunos programas de licenciatura en matemáticas -con escasos recursos humanos y económicos- se fortalezcan en un periodo razonablemente corto, pero suficientemente amplio como para no exigirles que rindan cuentas en tiempos poco realistas (ejemplo, no en tres, cuatro, o cinco años).

La ayuda tendría que apoyarse en la capacidad de atención y grado de desarrollo en recursos humanos especializados con que cuentan las instituciones mejor consolidadas. En otras palabras, es preciso coordinar los esfuerzos de todas las instituciones para estructurar programas de cooperación entre las instituciones desarrolladas y aquellas que necesitan un apoyo decidido (si no es que un plan de emergencia para rescatarlas y que no sean cerradas).

Es preciso fortalecer programas desafiantes de intercambios académicos para todos los estudiantes de los programas docentes de matemáticas que se ofrecen en el país, así como propiciar y facilitar la adquisición de conocimiento especializado y en franca orientación hacia la investigación científica o hacia las aplicaciones y solución de problemas prácticos, tanto para los matemáticos jóvenes que recién se incorporan al quehacer matemático en México, como para profesionales que laboran en los sectores productivo y social del país. Para ello, es fundamental contar con programas capaces de fomentar la movilidad de estudiantes y profesores teniendo cuidado de no desarraigar de sus instituciones los recursos humanos existentes.

Una idea que vale la pena considerar es otorgar becas a los egresados de los diversos programas de posgrado -principalmente a aquellos en matemáticas aplicadas- para realizar estancias posdoctorales en las industrias. El beneficio de este programa sería doble: los egresados entrarían en contacto con los problemas prácticos que las industrias enfrentan cada día y los industriales constatarían en la práctica la utilidad de tener investigadores laborando en sus instalaciones y se generará una tradición para contratarlos.

Sin duda alguna es importante generar este tipo de ‘cultura’ en la industria mexicana para aprovechar el potencial de sus científicos, con el objetivo de que esas estancias posdoctorales proporcionen a los egresados la experiencia del trabajo multidisciplinario aplicado a la solución de problemas de cada día o al diseño de mecanismos de producción más eficientes y redituables. Sería magnífico que este tipo de apoyos se ofreciera también a egresados de otras instituciones con doctorados en física o química y algún especialista en la disciplina de la industria en cuestión.

Lo anterior generaría entre los jóvenes científicos la cultura del trabajo multidisciplinario, orientado hacia la consecución de objetivos concretos para mejorar la planta productiva. Cabe señalar que esta práctica ha resultado útil y rendido grandes frutos en países altamente industrializados como Inglaterra, Japón y Estados Unidos.

En resumen: estructurar un programa eficaz y de largo alcance para fortalecer la matemática mexicana es, sin duda, un reto prioritario que debe abordarse con imaginación, creatividad y responsabilidad cuanto antes.

Es posible enfrentar el reto mediante proyectos bien pensados con metas razonables en los corto, mediano y largo plazos. Los proyectos podrían ser sometidos al Conacyt por parte de las instituciones mejor consolidadas en la matemática mexicana y de manera coordinada entre ellas. El consejo podría considerar prioritario y estratégico resolver el problema del déficit de matemáticos en el país y apoyar de manera decidida y sostenida aquellos proyectos que -entre sus objetivos centrales- proponen alcanzar los incrementos que son necesarios para que el estado de la matemática en México alcance el nivel de salud que urgentemente necesita.

*Centro de Investigación en Matemáticas, Guanajuato.


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